La prueba piloto de la FIA en Mónaco y sus resultados variados
La Fórmula 1 implementó este año en el Gran Premio de Mónaco una iniciativa experimental que buscaba alterar la dinámica habitual de la carrera en uno de los circuitos más complicados y característicos del calendario. La idea consistía en que cada piloto debía usar tres tipos diferentes de neumáticos, lo que, en teoría, exigiría al menos dos paradas en pits para completar la estrategia. Este cambio pretendía poner énfasis en la gestión de los compuestos y ofrecer un espectáculo más imprevisible en la pista más estrecha y técnica del circuito. Sin embargo, los resultados de esta modificación no fueron los esperados y la devolución de los pilotos fue mixta. Mientras algunos consideraron que la experiencia aportó variedad y emoción adicional, otros, entre ellos Max Verstappen y George Russell, no dudaron en expresar su rechazo y críticas contundentes hacia esta innovación, señalando que no lograron los efectos positivos buscados.
El campeón del mundo neerlandés, que finalizó en cuarta posición tras haber liderado gran parte del recorrido retrasando su segunda parada, fue especialmente severo en su valoración del desarrollo monagesco. En una declaración posterior a la carrera, Verstappen comentó: «Aquí no se puede hacer una carrera. Da igual lo que hagamos. Una, dos o incluso diez paradas. Al final, yo también estuve en cabeza y mis neumáticos estaban completamente desgastados, y aún así no se lograba adelantar. En la Fórmula 1 de hoy en día, uno puede adelantar con facilidad en este circuito, algo que en la categoría de F2 sería normal. Entiendo la lógica detrás de la regla, pero en mi opinión, no funcionó en absoluto».
El piloto de Red Bull fue incluso más allá en su crítica, introduciendo un tono de sarcasmo para describir la situación en Mónaco: «Honestamente, esto se asemeja casi a un juego de Mario Kart. Podríamos simplemente montar elementos en el coche, ¡como lanzar plátanos sobre la pista! Eso garantizaría superficies resbaladizas y agregaría emoción». Con esa afirmación, Verstappen dejó clara su percepción de que las reglas actuales promueven un espectáculo artificial y poco natural, que difiere demasiado de la idea original de una carrera limpia y técnica.
Controversias en las estrategias y la denuncia de una posible manipulación
La competencia en Mónaco estuvo marcada por maniobras estratégicas que generaron cierto revuelo. Algunas escuadras, como Williams y Racing Point, se valieron de tácticas controvertidas, en las que uno de sus pilotos se dedicaba a ralentizar deliberadamente el ritmo en pista para crear un desfase con el resto del pelotón. La intención era permitir a su compañero efectuar paradas en los pits sin perder posiciones significativas. Aunque estas maniobras estaban dentro del marco legal, su ética fue puesta en duda por otros pilotos que las consideraron blatantes formas de manipulación.
Uno de los actores que no dudó en manifestar su malestar fue Carlos Sainz, representante de Ferrari, quien calificó la carrera como «manipulada» debido a las nuevas reglas instauradas. El piloto español explicó su incomodidad ante la estrategia desplegada por su equipo, admitiendo que no le gustaba participar en ese tipo de maniobras, aunque en realidad se sintió en la obligación de acatarlas. «No me gusta hacer estas cosas ni mucho menos ver que ocurren. Lamentablemente, Lawson fue el primero en hacerlo contra nosotros y eso nos pilló desprevenidos. Nos puso en modo pánico y la única opción que tuvimos fue hacer lo mismo con el resto de la parrilla», declaró Sainz, visiblemente decepcionado.
El ánimo del piloto español también estuvo teñido por su sensación de frustración general durante el fin de semana. «Solo puedo decir que toda la carrera y la carrera en su conjunto han sido una decepción. La implementación de dos paradas no sirvió de nada en Mónaco, y parece que la gente seguirá adoptando estrategias similares en el futuro. La manipulación del resultado a través del comportamiento en pista continuará siendo una realidad», añadió.
Para Sainz, la efectividad de la medida fue nula, al menos en la parte media del pelotón, donde tuvo efectos adversos. «No sé qué pasará en la parte del frente, pero en el grupo medio, la estrategia provocó exactamente lo contrario de lo que pretendían. Personalmente, estoy a favor de que prueben cosas nuevas, pero a mí este enfoque no me funcionó. No es la forma en que me gusta correr en Montecarlo, y tampoco soñarían con que la carrera fuera así», dijo con una nota de sinceridad. Además, el piloto resaltó que sería necesario idear soluciones que impidan a los equipos manipular el ritmo de la carrera y que, si no se implementan cambios, estos escenarios manipulativos seguirán repitiéndose.
Por otro lado, su compañero Alex Albon, quien en la radio calificó la carrera como «fea», admitió que el espectáculo ofrecido por el equipo no estuvo a la altura de las expectativas. También reconoció que ciertos pilotos en la parte trasera del grupo probablemente estuvieron molestos por la situación. «Solo aprovechamos las características del circuito y la dimensión de los coches. Las dos paradas simplemente nos obligaron a hacer el proceso en dos ocasiones diferentes», lamentó el piloto tailandés, quien también pidió disculpas a los espectadores. «Lo siento a todos los que vieron esa estrategia, porque no fue nada bonito. No fue planeado, sino que ocurrió en respuesta a las acciones de otros equipos durante la carrera».
George Russell acepta la penalización por sobrepasar y su postura frente a la frustración general
Entre los pilotos que expresaron su indignación por las tácticas de ralentización, George Russell fue uno de los que no tuvo reparos en admitir su frustración. Tras ser bloqueado por varios coches que intencionadamente redujeron la velocidad, el piloto de Mercedes decidió pasar por fuera de la chicana de la Nueva, Proceso que posteriormente le valió una penalización en los pit stops. Cuando le preguntaron acerca de esa maniobra, Russell explicó: «Sé que voy a recibir la penalización, pero Alex conduce de manera errática. Intento adelantarlo por fuera, y si eso me ocasiona una sanción, pues la aceptaré».
Tras la carrera, Russell resumió su postura con claridad: «Estábamos en una situación en la que no podíamos hacer mucho. En un momento, me dije: ‘Me da igual’, porque ya no puntuaba y no iba a avanzar mucho si no hacía nada. Solo quería disfrutar de correr en Montecarlo. Todo se vino abajo por las dificultades en los entrenamientos de clasificación». El británico resaltó que, pese a tener que pasar por los pits, finalizó con una posición mejor de la que habría alcanzado sin esa penalización y criticó la efectividad del sistema actual, que considera «fallido».
Con cierto sarcasmo, y ante la pregunta sobre posibles mejoras, sugirió que cada piloto podría tener un botón en su volante para activar una especie de «pistola de agua» o «pistacorp» que ‘emborronaría’ o ‘pintaría’ la pista en un intento de agregar un elemento de diversión adicional en una carrera que, en su opinión, ya resulta bastante absurda. Antes de concluir, transmitió una visión más seria, proponiendo un escenario en el que se permitieran dos sesiones de clasificación oficiales, con puntos en juego para cada una, y la carrera como un evento adicional que realmente definiera quién es el mejor. «Quizá entonces, podríamos tener un gran espectáculo, no solo una disputa de estrategia. Pero en realidad, la carrera en sí misma, tal como está ahora, es bastante surrealista. Solo en condiciones de lluvia torrencial tiene sentido para mí», añadió.
Por su parte, James Vowles, director del equipo Williams, reconoció que las reglas adoptadas le colocaron en una posición incómoda. Acordó que lo ocurrido no representaba su forma preferida de competir y se disculpó con Toto Wolff, jefe de Mercedes, por el episodio de Russell y Albon. «No es como me gusta correr, pero esto es lo que las reglas han creado. Desde mi punto de vista, fue una tarde difícil», afirmó, expresando su descontento.
En reacción a estas palabras, Wolff reveló que recibió un mensaje de Vowles que decía: «Lo siento, no teníamos otra opción, dadas las circunstancias». Wolff respondió: «Lo entiendo», y defendió la postura de su colega, admitiendo que no había otra alternativa, ya que ambos autos estaban en una posición de puntos.
Posiciones encontradas respecto a la necesidad de cambios en el reglamento
A pesar de las críticas, algunos actores del paddock vieron aspectos positivos en la experiencia de la temporada. Zak Brown, máximo responsable de McLaren, consideró que la carrera fue «mucho más emocionante que la típica en Mónaco» y Christian Horner, jefe del equipo Red Bull, también valoró los cambios, señalando que hubo una mejora. Para Horner, la competencia exhibió un interés estratégico mayor al de ediciones anteriores, que en su opinión habían sido más monótonas y predecibles. Según su análisis, donde antes predominaba la monotonía de un único paso por pits con el objetivo de mantener la fiabilidad, en esta ocasión hubo más acciones y movimientos de interés.
El piloto de Ferrari, Charles Leclerc, que finalizó en segundo lugar, también opinó positivamente sobre la innovación: «Hubo muchas cosas que sucedieron y eso generó más oportunidades». Mientras, Lewis Hamilton, que terminó en quinto lugar, celebró el esfuerzo y alentó a que se continuara experimentando en esta línea: «Hay que seguir intentando en esta dirección». Sin embargo, el británico admitió que no pudo seguir toda la carrera con atención, ya que en ciertos momentos se encontraba en una posición alejada del torbellino de estrategias y maniobras en los pelotones delanteros.
¿Qué depara el futuro de estas regulaciones en Mónaco?
Las reacciones encontradas en el paddock dejan abierta la duda sobre si este tipo de regulaciones experimentales seguirán en próximas ediciones en Montecarlo. Toto Wolff sugirió que, en lugar de eliminar la idea, sería conveniente hacer algunos ajustes. «Podríamos considerar la creación de regulaciones más específicas, con un límite máximo de desaceleración permitido. Por ejemplo, que nadie pueda ir más lento que un cierto umbral respecto a los líderes», afirmó.
Por el contrario, Frédéric Vasseur, responsable de Ferrari, fue categórico en su rechazo a esa idea. Argumentó que sería inviable controlar el ritmo en un circuito como Mónaco: «Hacer esto sería muy difícil, porque no es la primera vez que pasa. ¿Qué límite pondríamos? ¿Tres décimas, una segunda, dos segundos? Es imposible de gestionar», expresó.
En definitiva, intentar regular la velocidad en un trazado tan particular como Mónaco responde a una solución que puede terminar siendo más problemática que la misma causa que busca solucionar. La naturaleza misma de la pista, su tamaño, sus curvas cerradas y la baja posibilidad de adelantar, hacen que gestionar el ritmo sea un asunto intrínseco a la esencia del circuito. Además, en un contexto donde las cámaras están siempre puestas en las estrategias y maniobras, cualquier regulación de ese tipo resultaría arbitraria y difícil de controlar, poniendo en riesgo la gracia del espectáculo.
En conclusión, la experiencia de 2025 ha generado un debate renovado sobre el formato de la carrera en Montecarlo, dejando en claro que, si bien las innovaciones pueden intentar ofrecer nuevos estímulos, también enfrentan retos importantes sin una solución definitiva en el horizonte. La esencia tradicional de esta pista sigue intacta para unos y en discusión para otros, y solo el tiempo dirá si se adoptarán cambios finales o se mantendrá el carácter único y quirúrgico de esta emblemática carrera.