Partiendo desde la quinta posición, Lando Norris concluyó tercero en el Gran Premio de Singapur. Un podio más para el británico y otro título de constructores para McLaren, pero un inicio de carrera movido que sigue dando que hablar. En la curva de apertura, el enérgico Lando rozó a Max Verstappen… y a su propio compañero de equipo.
Desde la salida, Norris mostró una chispa notable: se lanzó por el interior, se agarró a la línea mojada y, en medio del caos, tocó levemente la parte trasera del coche de Verstappen. El golpe le desestabilizó, provocando un contacto rueda a rueda con Piastri ligeramente. Nada roto, pero un silencio tenso se apodera del box papaya.
El australiano elevó la queja por radio. McLaren, en cambio, filtró silencio. Y la FIA, fiel a su lema de “que corran”, tampoco hizo ningún gesto.
Norris, sin embargo, no ofrece disculpas: «Estaba resbaladizo, todavía había charcos en la pista. Metí el coche por dentro, hice un pequeño contravolante, nada más. Fue una buena carrera.»
Una visión… digamos, bastante personal de lo que entiende por «buena carrera».
« Cualquier piloto habría hecho lo mismo »
En la rueda de prensa, el británico asume todo con una sonrisa picarona: «Aún no he visto las imágenes, pero estoy seguro de que cualquier piloto habría hecho exactamente lo mismo que yo. Si me achacan haber metido el coche en un agujero tan grande, entonces no habría que correr Fórmula 1.»
El tono está marcado: por ahora, Norris no está dispuesto a admitir ninguna falta. Y quizá tenga razón en un punto: en un trazado donde adelantar es un milagro, la salida de la parrilla era el único instante para ganar posiciones.
Resultado: dos puestos ganados en diez segundos, un alerón delantero dañado pero aún eficiente — y Piastri enfadado.
Un podio sólido, una temporada imperial
Por el resto, Norris hizo lo que siempre hace: rápido, constante, incisivo, a veces un poco temerario.
Luchó duro con Verstappen sin lograr abrirle paso, y terminó tercero tras la Red Bull y la Mercedes de Russell. «Max no cometió errores, y es realmente difícil seguirle aquí. Me hubiera gustado adelantarle, pero estoy contento con mi carrera. Y sobre todo, ¡somos campeones del mundo de constructores, una vez más!
Una sonrisa abierta, tono relajado —quizá demasiado, tras un fin de semana en el que la tensión entre los dos McLaren se podía cortar con un cuchillo.
Norris ya suma cinco victorias esta temporada, y Piastri llega a siete.
Ambos se respetan, pero su duelo se intensifica. Y a medida que McLaren escala posiciones, hasta los 650 puntos, el equilibrio entre sus pilotos se complica como nunca.
Andrea Stella, su jefe, lo dejó claro: «Tendremos discusiones sanas entre ellos, y saldremos más fuertes.»
Una frase cortés, pero cargada de subtextos. Porque en Singapur, la lucha por el título de constructores quedó resuelta… pero la batalla por el mando de McLaren apenas empieza. ¿Dejarlos competir?