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Beat Zehnder, el hombre con 601 Grandes Premios: «No creo que me vaya a aburrir»

Una historia que comenzó con un neumático pinchado

Beat Zehnder podría haber pasado toda su vida trabajando en los motores marinos más potentes jamás construidos. Sin embargo, un día, una simple pinchadura en su bicicleta le obligó a tomar el tren para desplazarse. Ese pequeño incidente fue el inicio de una trayectoria completamente distinta. En un periódico local, encontró un anuncio de PP Sauber AG. A sus 20 años, sin experiencia previa y con un deseo vehemente de explorar el mundo, decidió dar un paso audaz. Peter Sauber, en un primer momento, rechazó su candidatura. Pero, tres semanas después, Zehnder volvió a llamar y esta vez fue aceptado. En sus propias palabras: «Éramos nueve en el equipo. Tres semanas después de llegar, me encontré en Jerez para mi primera carrera». Así empezó todo.

Compromiso y fidelidad en tiempos complicados

Desde 1990, Zehnder ha sido testigo de las distintas épocas, crisis, éxitos y fracasos del automovilismo. A lo largo de los años, ha sabido mantener su fidelidad, rechazando todas las promesas atractivas que le ofrecían, incluso en momentos de gran tentación. Uno de esos momentos fue cuando Dietrich Mateschitz, fundador de Red Bull, lo llamó apenas unos minutos después de que BMW adquiriera Sauber. Sin embargo, Zehnder decidió mantenerse leal: «Sentí gratitud hacia Peter. Nunca abandonaría al equipo en los momentos difíciles». Prefirió seguir en las dificultades, como en el año negro de 1994, marcado por las muertes de Ayrton Senna y Roland Ratzenberger, así como por el accidente de Markus Wendlinger en Mónaco. «Quería dejarlo todo después de Imola; no podía aceptar que se permitiera competir cuando algunos mecánicos estaban heridos», relata.

Anécdotas de un observador con historia

Con tantos años en la fórmula, Zehnder posee una serie de recuerdos valiosos. Entre ellos, uno que relata con humor y cariño: la historia de Kimi Räikkönen en 2001. El entonces joven piloto, minutos antes del inicio, no aparecía por ninguna parte. Zehnder lo encontró escondido debajo de una mesa, envuelto en una manta. Le pidió cinco minutos más para prepararse y salir. Aquel día, Räikkönen terminó en sexto lugar y consiguió su primer punto en la Fórmula 1. «Apenas hay cinco delante de mí», comentó con tranquilidad, sin perder la calma.

Una etapa final sin despedidas definitivas

A los 59 años, Zehnder no se retira por completo del mundo del motor. En cambio, asume un nuevo reto: será responsable de los programas de Audi para 2026. Es posible que deje atrás las calles y las fábricas, pero aún no está decidido. «Tal vez vea las carreras desde casa, con dos pantallas y algunos amigos, o quizás me vaya en barco al lago de Zúrich y desconecte el teléfono. Todo se verá», confiesa. Lo que sí tiene claro es que la jubilación aún no entra en sus planes. «Pensé que este nuevo cargo sería más tranquilo, pero ahora soy responsable de toda la infraestructura de Audi. Hay muchos proyectos en marcha. Seguro que no voy a aburrirme».

La huella indeleble de una fidelidad excepcional

Desde sus humildes comienzos en Kyalami hasta su participación en el proyecto de Audi en Imola, Zehnder ha recorrido un largo camino. Todo lo ha visto y experimentado: de pasajes artesanales a una realidad de alta tecnología. Solo lloró en una ocasión, en las 24 Horas de Le Mans de 1991, cuando, tras 21 horas en cabeza, perdió la carrera. Eso da muestra de la fortaleza y el compromiso de un hombre que prefiere mantenerse en la sombra. La Fórmula 1 evoluciona, los protagonistas van y vienen. Pero algunos dejan una marca indeleble, que ni los puntos en el podio ni los trofeos pueden medir. La lealtad de Zehnder es un ejemplo de esos lazos profundos que trascienden la mera competencia.